Hay una pregunta que muchas mujeres se hacen en silencio después de parir: ¿qué ha pasado con miis genitales después del parto? Porque sí, en todo ese tsunami que es el postparto, nadie te advierte demasiado sobre lo que ocurre “ahí abajo”. Nos hablan del bebé, del pecho, del útero que se contrae… pero de tus genitales, de cómo se ven, cómo se sienten o cómo los recuperarás, se habla poco. O nada.
Pero, este artículo es precisamente para eso. Porque sí, tus genitales han pasado por una auténtica odisea. El embarazo, el parto (vaginal o no) y el posparto transforman esa zona mucho más de lo que nos imaginamos. Vamos a hablar sin tapujos de los cambios, de lo estético, de lo funcional, del sexo, del suelo pélvico y de cómo empezar a sentirte tú otra vez con tus genitales después del parto. Porque puede que tu vagina no vuelva a ser exactamente la de antes… pero puede volver a ser tuya. Y eso ya es muchísimo. Pero empecemos por el principio…

¿Qué le pasa a nuestra vagina y genitales durante el embarazo y el parto?
Durante el embarazo, el cuerpo se transforma… y los genitales después del parto muestran muchas de esas huellas. El aumento de flujo sanguíneo, los cambios hormonales y la presión del bebé sobre el suelo pélvico generan modificaciones visibles y otras no tan visibles.
La vulva puede volverse más oscura, más hinchada y más sensible. La vagina, por su parte, se adapta de manera asombrosa para preparar el parto: sus paredes se vuelven más elásticas y su estructura cambia ligeramente para facilitar el paso del bebé.

Y cuando llega el parto vaginal… bueno, los genitales atraviesan un acontecimiento físico intenso. Puede haber desgarros, episiotomías, hematomas, edemas o simplemente una gran inflamación generalizada. Aunque suene fuerte, todo eso es parte de un proceso natural que viven los genitales después del parto
Incluso si tuviste una cesárea, no creas que te libras de todo: el peso del embarazo también afecta tu musculatura pélvica y tus genitales de forma indirecta.
¿Cómo afectan estos cambios al sistema reproductivo y los genitales después del parto?
Tras dar a luz, la zona íntima se encuentra en una especie de “resaca física”. El útero empieza a contraerse para volver a su tamaño original, pero la vagina y el resto del aparato reproductivo necesitan más tiempo para recuperarse.
El suelo pélvico (que si a estas alturas aún no lo sabes es esa estructura muscular que sostiene todo lo que hay en tu pelvis: útero, vejiga, recto…), puede haberse debilitado o dañado. Esto puede provocar sensación de “peso” en la vagina, pequeñas pérdidas de orina, gases vaginales o incluso cambios en la sensibilidad.
Y más allá de lo físico, está lo emocional: muchas mujeres sienten miedo o rechazo al explorar sus genitales después del parto, pero es clave para recuperar el vínculo con su cuerpo.. Es fundamental entender que estos cambios no implican que algo esté “mal”, sino que es parte del proceso.
Tu cuerpo no está roto, está en recuperación.

Cambios estéticos: lo que nadie te cuenta sobre tus genitales después del parto
Vamos al grano y sin rodeos: sí, puede que tu vulva se vea distinta. Más abierta, con labios mayores o menores más prominentes, con coloración más intensa o con una pequeña cicatriz si hubo desgarro o episiotomía. Y no, no eres la única.
Los genitales después del parto pueden cambiar su aspecto, pero eso no significa que estén peor. Solo que son diferentes. Como tus caderas, tu barriga o tu pecho.
Lo importante aquí es mirarte sin juzgar.. Si algo te preocupa estéticamente o funcionalmente, puedes acudir a una ginecóloga especializada o a una fisioterapeuta del suelo pélvico.
Hay opciones no invasivas para mejorar la tonicidad, la hidratación, la apariencia externa o el confort. Pero la pregunta clave siempre debería ser: “¿Cómo me siento yo con mi cuerpo?”, y no “¿Cómo debería ser mi cuerpo?”
Recuperar tu vagina, genitales y suelo pélvico: consejos que (de verdad) funcionan
Vale, seamos honestas: después de parir, el espejo no siempre es nuestro aliado. Nos miramos “ahí abajo” (si es que nos atrevemos) y no siempre reconocemos lo que vemos. Hinchazón, puntos, sensibilidad, sensación de que todo está más “flojo”… y la duda: ¿esto se va a quedar así para siempre?
Spoiler: no. Pero sí necesita cuidados. Y paciencia.
1. Mimos, no prisas
En los primeros días, la zona está inflamada, sensible y puede que incluso algo dolorida. Lo mejor que puedes hacer es cuidarla como si fuera una herida delicada, porque lo es.
- Lávate con agua templada, sin frotar, y sécate con toquecitos suaves. Tanto si tienes puntos, como si no, olvídate de esponjas o jabones perfumados.
- Cambia las compresas con frecuencia (y que sean de algodón, nada de plásticos).
- Y si sientes alivio con frío, ¡adelante! Una compresa fría o un “ice pack” puede hacer maravillas en esos primeros días.

2. Ojo con la sequedad
Si estás dando el pecho, lo más probable es que tus estrógenos estén de vacaciones, y eso se traduce en sequedad vaginal. No estás sola: a muchas nos escuece, nos pica o nos cuesta volver a disfrutar del sexo en esta etapa. Y no es porque no queramos, es que duele.
¿Solución? Lubricantes de base acuosa (los de silicona pueden molestar aún más), hidratantes vaginales suaves y, sobre todo, cero culpas. Que te apetezca o no te apetezca, que te duela o no… todo es válido y pasajero si te das el tiempo que necesitas.
3. Vuelve a conectar con tu suelo pélvico
Puede que no le hayas hecho ni caso en tu vida, pero después del parto, el suelo pélvico se convierte en protagonista. Es el sostén de todo: vagina, vejiga, útero… y tras un embarazo y un parto, queda como si le hubieran pasado por encima con una apisonadora (con amor, eso sí).
Por suerte, se puede recuperar. ¿Cómo?
- Con ejercicios suaves desde las primeras semanas, como los ejercicios Kegel. No hace falta ponerte en modo fitness: simplemente activa y relaja suavemente como si quisieras aguantar las ganas de hacer pis, unos segundos, varias veces al día. En la cama, en la ducha, en el coche…
Si los haces bien, fortalecen la musculatura vaginal y mejoran la circulación. Pero si los haces mal, puedes perjudicar más que ayudar. Por eso, mejor con asesoramiento profesional. Y, mientras, échale un vistazo a este artículo que te servirá de gran ayuda: “Ejercicios Kegel postparto: qué son, cómo hacerlos y para qué sirven”.
- Más adelante, y si todo va bien, puedes empezar con hipopresivos. No solo tonifican tu abdomen sin dañar el suelo pélvico, sino que ayudan a recolocar tus órganos, mejorar la postura y reducir esa sensación de “tripita blanda”.
Si quieres aprender más sobre los hipopresivos te dejamos este artículo donde te lo contamos absolutamente todo sobre ellos: “Hipopresivos: todo lo que debes saber”.
En cambio, si ya has oído hablar de los hipopresivos y quieres iniciarte en ellos, te aconsejamos que mires este vídeo:
- También tienes la opción de visitar a una fisioterapeuta de suelo pélvico. No es un lujo, es una inversión. Te hará una valoración personalizada y te enseñará cómo fortalecer tu musculatura de forma segura.
¿Por qué estos cuidados son clave?
1. Previenen infecciones: el puerperio disminuye tus defensas y la posible herida de episiotomía o desgarro es una puerta para las bacterias.
2. Favorecen la cicatrización y reducen la inflamación: las rutinas adecuadas de higiene, frío y productos específicos aceleran la recuperación .
3. Recuperan tono, elasticidad y función: el trabajo bien guiado del suelo pélvico y abdominal es esencial para prevenir secuelas como la incontinencia.
¿Cuánto tarda todo en volver a la “normalidad”?
La pregunta del millón. Y, como casi todo en el postparto, la respuesta es: depende. Pero para que te hagas una idea general:
- La hinchazón y el dolor suelen mejorar bastante en las primeras 2-4 semanas.
- La recuperación funcional del suelo pélvico y la vagina puede tardar entre 3 y 6 meses, sobre todo si hubo desgarros, episiotomía o partos instrumentales.
- ¿Y la parte estética o las sensaciones durante el sexo? Eso ya es un mundo. Hay quien en dos meses se siente como nueva, y otras necesitamos mucho más tiempo. Ambas opciones están bien.
La clave: no compararte, no exigirte y pedir ayuda profesional si algo no va bien. Cada cuerpo tiene su ritmo. Y el tuyo también sabe cómo sanar, aunque ahora mismo no lo parezca.
Relaciones sexuales después del parto
Volver al sexo tras el parto no es tan fácil como esperar la cuarentena y ya. Muchas mujeres sienten miedo, dolor, baja libido o simplemente cero interés. Y todo eso es normal.
El cuerpo está en recuperación física, pero también hormonal: los niveles de estrógenos bajan, sobre todo si estás dando el pecho, lo que puede causar sequedad vaginal y menor lubricación.

¿Lo más importante? No obligarte. El deseo volverá, pero hay que acompañarlo con paciencia, comunicación y a veces… lubricante. Sí, el lubricante puede ser tu mejor aliado al principio, y no tiene nada de malo usarlo.
Si sientes molestias, no lo ignores: puede haber cicatrices, hipersensibilidad o tensión muscular en la zona. Una fisioterapeuta pélvica también puede ayudarte en este punto. A veces una simple técnica de masaje perineal o un par de sesiones pueden marcar la diferencia.
Y si hay miedo, también se trabaja. Porque el placer no desaparece después del parto, solo hay que reencontrarlo desde otro lugar.
Conclusión: sanar es también una forma de quererse
Después de dar a luz, muchas veces sentimos que todo gira en torno al bebé. Pero tu cuerpo, tus emociones y tu placer también merecen espacio. Tus genitales después del parto han vivido una revolución, y es normal que necesiten tiempo, cuidados y acompañamiento.
Recuperarse no significa volver a como estabas antes, sino avanzar hacia una nueva versión de ti: más consciente, más conectada y más informada. Y no tienes que hacerlo sola.
En BHealthy lo sabemos, y por eso hemos creado programas de recuperación postparto que no solo tienen en cuenta lo físico, sino también lo emocional y lo funcional. Ejercicios hipopresivos, trabajo del suelo pélvico, asesoramiento profesional y escucha real. Todo lo que tu cuerpo y tu mente necesitan para recuperar fuerza, bienestar y seguridad.
Porque sí: tu cuerpo cambió… pero sigue siendo tuyo. Y merece ser cuidado con amor, con ciencia y sin prisas.
El primer paso es informarte. El segundo, acompañarte bien. Así que si necesitas ayuda, ya sabes dónde encontrarnos. Aquí estamos para ti.
