El instinto maternal es un concepto que a menudo escuchamos asociado a la maternidad. Pero, ¿qué significa realmente? ¿Es algo que todas las mujeres poseen de manera innata o es una construcción social que nos han inculcado? En este artículo exploraremos los mitos y realidades del instinto maternal, cómo puede influir en la crianza y qué podemos aprender al respecto.
¿Qué es el instinto maternal?
El instinto maternal se refiere a una inclinación natural que algunas personas creen que tienen las madres para cuidar, proteger y nutrir a sus hijos. Por tanto, hablamos de una conducta innata, no aprendida.
Este término se ha popularizado tanto en la cultura como en la ciencia, pero no siempre se define de manera clara. Aunque muchas madres sienten una conexión inmediata y profunda con sus hijos, es importante destacar que esta experiencia no es universal ni obligatoria para todas.
Los mitos sobre el instinto maternal
1. Todas las mujeres nacen con instinto maternal
Uno de los mitos más comunes es que todas las mujeres, al convertirse en madres, desarrollan automáticamente un instinto maternal que las capacita para criar y cuidar de manera perfecta a sus hijos. Sin embargo, este no es siempre el caso.
Para algunas mujeres que han sido madres, la llegada de su bebé puede generar una mezcla de angustia y miedo, dudas y temores, sentimientos que contrastan con la imagen idealizada de lo que ‘deberían’ estar viviendo: “¿Seré una buena madre? ¿Seré capaz de atender sus necesidades y cuidarle adecuadamente?”. E incluso, en algunos casos, esta experiencia también puede ir acompañada de una sensación de indiferencia, sin la explosión de sentimientos amorosos que se espera típicamente de una madre.
2. El instinto maternal asegura una conexión inmediata con el bebé
La idea de que sentirás una conexión automática y profunda desde el primer momento puede generar mucha presión. En realidad, el vínculo entre madre e hijo puede desarrollarse con el tiempo, y eso no significa que falte el instinto maternal.
La maternidad es una experiencia que se construye paso a paso. No siempre llega como un torrente de emociones positivas desde el principio, y eso también está bien. Cada mujer vive este proceso de manera distinta, así que si no sientes que es el momento más maravilloso de tu vida, no te castigues por ello. El vínculo afectivo con tu bebé se irá forjando gradualmente, a través del contacto cercano, los cuidados diarios y el tiempo compartido juntos.
3. Si no sientes instinto maternal, no eres una buena madre
Es crucial desmentir esta creencia. Cada experiencia de maternidad es única, y no sentir un instinto maternal inmediato no te hace menos madre ni menos capaz de criar a tu bebé. La crianza es un aprendizaje constante y se basa más en el amor y la dedicación que en cualquier instinto preexistente.
4. Un padre no tiene instinto maternal
Por suerte, existen indicadores que hablan de una revolución en el rol paterno. Por ejemplo, un estudio reciente de la Universidad de Bar Ilan, en Israel, revela que ciertas áreas del cerebro de los padres altamente implicados en el cuidado de sus bebés muestran una activación similar a la de las madres durante el embarazo. Este hallazgo refuerza la idea de que el cuidado y el apego hacia los hijos no son exclusivos de un género, sino una capacidad que puede desarrollarse a través del vínculo y la experiencia compartida.
5. El instinto maternal evita errores
Nos encantaría que fuera cierto, pero lamentablemente no es así. El instinto maternal no es infalible. Aunque pueda ayudarte a tomar decisiones, criar a un hijo es un camino lleno de ensayo y error. Grábate esta frase a fuego: lo haces tan bien como sabes en cada momento!
6. El instinto maternal desaparece si no tienes un vínculo biológico
Este mito supone que solo las madres biológicas tienen instinto maternal, lo cual es totalmente falso. Muchas madres adoptivas o familias de acogida desarrollan fuertes vínculos con sus hijos y exhiben comportamientos propios de este instinto, basados en el amor y la conexión emocional.
Realidades del instinto maternal
1. Es una combinación de biología y experiencia
Es totalmente cierto que el instinto maternal tiene una base biológica. Durante el embarazo y el posparto, el cuerpo produce hormonas como la oxitocina, también conocida como “la hormona del amor”, que fomenta el apego y los cuidados hacia el bebé. Sin embargo, también es un aprendizaje social: las experiencias personales, las relaciones y las influencias culturales juegan un papel fundamental.
2. No es exclusivo de las madres
Aunque el término está asociado a las madres, el instinto maternal puede manifestarse en cualquier persona que ejerza un rol de crianza, como padres – como hemos visto anteriormente-, pero también en abuelos o cuidadores. Lo esencial es el deseo de proteger, nutrir y cuidar al bebé.
3. Puede variar de una madre a otra
El instinto maternal no es uniforme. Algunas mujeres sienten un fuerte impulso desde el principio, mientras que otras pueden tardar más en desarrollarlo. Ambas experiencias son igualmente válidas.
4. Puede fortalecerse con la experiencia
Aunque el instinto maternal puede no ser inmediato, suele desarrollarse con el tiempo y la práctica. Cuanto más interactúas con tu bebé, más seguridad y confianza adquieres en tus capacidades como madre.
5. La conexión emocional juega un papel clave
El instinto maternal no solo está relacionado con las hormonas; también se nutre del amor, la empatía y el compromiso que se construye día a día. Esto demuestra que el vínculo es tan importante como cualquier impulso natural.
6. No siempre es lineal
Al igual que cualquier aspecto de la maternidad, el instinto maternal puede fluctuar. Hay días en los que te sentirás más segura de ti misma y días en los que tendrás dudas. Esto es completamente normal y no significa que estés fallando.
¿Cómo influye el instinto maternal en la crianza?
El instinto maternal, cuando se siente, puede ser una herramienta maravillosa en la crianza. Eso sí, siempre es bueno complementarlo con un poquito de lógica, información y adaptación a lo que realmente necesita tu peque. Aquí te contamos cómo puede influir en el día a día:
Proporciona seguridad
¿Has oído alguna vez que las madres tienen un sexto sentido? Desde el nacimiento, la madre observa atentamente las expresiones del bebé: los diferentes tipos de llanto, los movimientos de sus manos, las sonrisas y también los berrinches. Este proceso de observación se convierte en un conocimiento incalculable que guía a la madre a interpretar las señales de su hijo, ayudándola a distinguir cuándo todo está bien o cuándo es necesario preocuparse.
Este instinto, afinado con la experiencia del día a día, refuerza la confianza de la madre en su capacidad para proteger y cuidar a su hijo. Un fuerte instinto maternal puede ayudar a las madres a responder rápidamente a las necesidades de sus hijos, creando un entorno seguro y acogedor. Este sentido de protección fomenta el apego seguro, que es crucial para el desarrollo emocional del bebé.
Fomenta la empatía
El instinto maternal suele estar relacionado con una mayor sensibilidad hacia las emociones y necesidades de los pequeños, lo que ayuda a las madres a comprender mejor a sus hijos y a responder de manera adecuada.
Puede llevar a la sobreprotección
Aunque el instinto maternal puede ser una fuerza positiva, también puede llevar a la sobreprotección si no se maneja con cuidado. Es importante permitir que los niños exploren y aprendan por sí mismos dentro de un entorno seguro.
Cómo desarrollar o fortalecer el instinto maternal
Si no sientes que el instinto maternal esté presente de manera inmediata, no te preocupes. Hay formas de fomentar esta conexión y confianza en tu rol como madre:
Dedica tiempo a tu bebé: El contacto físico, como abrazos y caricias, así como el tiempo de calidad juntos, puede fortalecer el vínculo y ayudar a desarrollar un instinto maternal más fuerte.
Busca apoyo: Hablar con otras madres, familiares o profesionales puede ayudarte a sentirte más segura y apoyada en tu rol. Compartir experiencias te recordará que no estás sola.
Aprende sobre crianza: La información es poder. Leer sobre las etapas del desarrollo infantil y las necesidades de los bebés puede darte herramientas para comprender mejor a tu hijo y sentirte más conectada.
Confía en ti misma: La maternidad es un proceso de aprendizaje. Es normal cometer tener dudas. Confiar en tu capacidad para aprender y adaptarte es clave para fortalecer tu instinto maternal.
¿Qué pasa si no sientes que tienes instinto maternal?
¿Soy mala madre si no sé qué necesita mi hijo? ¿Qué quiere mi hijo de mí? Probablemente estas sean algunas de las preguntas que te atormentan cada día. Pero sin ir más lejos, no sentir instinto maternal no significa que seas una mala madre. Es posible que necesites más tiempo para adaptarte o que tu conexión con tu hijo se desarrolle de una manera diferente. E incluso en algunos casos, la falta de instinto maternal puede estar relacionada con condiciones como la depresión posparto (si sientes que esto podría ser tu situación, busca apoyo profesional. Pedir ayuda no te hace menos madre, sino una madre que se preocupa por el bienestar de su familia).
Pero también hay que tener en cuenta que influyen otros factores como el deseo que se transmite y se aprende en relación con lo vivido como hijo y en conexión con una cultura y contexto determinado. Por eso, lo más importante es estar presente, ser cariñosa y estar dispuesta a aprender porque errores como madres vamos a cometer muchos.
¿Soy rara por no desear tener hijos?
Si te has declinado por esta opción debes saber dos cosas: la primera es que no eres rara. Y la segunda es que no eres la única ni lo serás. El papel de la mujer ha cambiado en las últimas décadas y la prioridad de muchas mujeres a día de hoy – sobre todo de mujeres jóvenes- no es la de ser madres. De hecho, en 2023, un 10% de mujeres decidió no ser madre.
Y aunque muchas veces los estereotipos sobre la mujer que opta por la no maternidad van desde el cliché del egoísmo al de la frialdad o la inmadurez emocional, lo cierto es que no ser madre no te hace menos mujer.
Conclusión
El instinto maternal es un concepto complejo que puede ser diferente para cada mujer. No es una receta mágica que garantice una maternidad perfecta, ni debe ser una fuente de presión. Lo más importante en la crianza es el amor, la dedicación y el aprendizaje constante.
Recuerda que ser madre no significa ser perfecta. Es un camino lleno de desafíos, aprendizajes y recompensas, y cada paso que das cuenta como un acto de amor hacia tu hijo. Si alguna vez dudas de tu instinto maternal, confía en tu capacidad para crecer, adaptarte y dar lo mejor de ti cada día.